sábado, 20 de junio de 2009

Caminantes entre líneas

Delineamos nuestras hojas avanzando con rapidez.
Una vez caída la primera gota de tinta sobre el papel no habrá forma de eliminarla. La iremos alargando y cada tramo quedará remarcado por los colores. Pasaremos la mano sobre ella, intentando borrarla, pero lo que haremos será extenderla más y más. Emborronaremos, mezclaremos pigmentos y texturas.
Levantaremos la vista y nos culparemos por no haber frenado esto antes, cuando sólo era una tímida gota sobre el papel. Probaremos a cubrirlo con tipex, una fina capa que nos ayudará a sobrellevarlo algunos días. Pero todo se resquebrajará y la veremos desprenderse a pedacitos, uno a uno, lentamente.
La herida volverá a la vista de todos, ahora más profunda. Y volveremos a maldecirnos. Puede que un grito escape y una lágrima aflore. Impotentes nos daremos a la fuga. Huiremos, pendientes de no tropezar y volver a caer. De nada sirve, es tan corta nuestra visión que no logramos ver el suelo y tropezamos y caemos. Rodamos unos cuantos metros. Conseguimos ponernos en pie, pero el proceso ha dado comienzo. Volveremos a correr y a caer, correr y caer...