viernes, 10 de diciembre de 2010

Lo urbano



Un fluir constante entre atónitos que niegan, mienten, lloran, ríen, callan, luchan, se derrumban Un fluir constante entre ruidos y silencio
Un río...la ciudad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

En estos días

El invierno ha llegado a las calles de Zafra. En sus balcones, muestrario de fortaleza, los geranios se cubren del rocío de la madrugada y aguardan el primer rayo de sol para despertar y sacudirse el espeso frío de la noche.
Tras las ventanas, la figura silenciosa de quien prepara café y enciende la radio para sentirse parte del mundo por unos instantes. Quizás en el reposo de su hogar encienda un cigarrillo y mire el reloj con la impaciencia del adolescente que descubre el goce de la primera vez.
Tras otras, el chispazo de una luz perfilará la silueta anciana de una mujer o un hombre a quien el día no le aguarda nada salvo la espera en soledad de un juicio que no llega.
Como la alarma programada del despertador, las puertas de las casas se abrirán y dibujos infantiles inundarán las calles encharcadas de lluvia o nieve y, agarrados por sus madres, somnolientos, descenderán por la avenida hacia el colegio.
Los
garajes elevarán sus persianas y el humo y un rugido intenso rebotarán entre las paredes blancas que empiezan a despuntar.
Pronto, el tono pardo de la noche dará paso a un pálido ocre y así, el sol dará su bienvenida a la naturaleza dormida en los parques y prados y el cielo aparecerá azul y limpio sobre nosotros como una habitación vacía. El viento mecerá las hojas, los cabellos y la hierba mientras nuestro devenir se presentará abrigado entre aromas, tierra húmeda y castañas asadas.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

lunes, 29 de noviembre de 2010

De un niño dibujante

Ciento quince kilos conforman su figura, ciento quince kilos de trazos sobre el papel. Dibujante desde edad temprana, apasionado de las siluetas del mundo. A sus veinticinco años ha comprendido que su realidad se desdibuja cada mañana a través de su ventana. Las cortinas rojizas de su habitación transfiguran las hebras de sol al despuntar el alba y él, ansioso descubridor de lo nuevo, permanece diez minutos más en el calor de las sábanas con la mirada en el techo, donde las líneas producidas por el sol al traspasar la cortina, serpentean a su aire creando nuevas siluetas que jamás imaginó.
Sueña y, en sus sueños, su mano perfila el rostro de las personas de su vida. Despierto, esos rostros se entremezclan con los personajes de su imaginario dando lugar a las criaturas más maravillosas jamás creadas. Son suyas, son él mismo. Son sus temores y su confianza. Son la risa y las lágrimas que una vez vertió.
Las líneas que surcan lo que antes fuera una página en blanco en su cuaderno, son las historias que ha vivido y revivido, los granos que han ido conformando su historia desde la primera vez que cogió un lápiz y dibujó en las paredes de su habitación.
Ha sido el luchador vencido en su última batalla sobre un rin. Ha sido el joven Florentino Ariza enfermo por sus viejos recuerdos a la espera de algo que no llegaría. Ha sido un ángel sin alas y el capitán de un barco naufragado.
Construye su universo al caminar. Su mente es el estudio de un pintor: botes de aguarrás, paletas y pinceles. Los lienzos, la propia calle: la Alameda, la calle feria, la Encarnación, todas forman parte de ese estudio del que él es el único dueño.
Extrovertido y locuaz. Las calles se rinden a su paso. Rezuma la ternura de una madre y la inocencia de un niño. Puedes verle danzando sin parar con su mirada picarona y su risilla entrecortada caminando por las librerías y deteniéndose en las terrazas para disfrutar de la buena cerveza y de la energía del sol en los días de primavera.
Es ususal verle absorto en un río de ideas que sólo él comprende, como también lo es verle recordando su infancia. Su mirada se ilumina cuando evoca aquellas tardes después del colegio en que su padre le cogía en brazos y lo sentaba en sus piernas. Recuerda con felicidad y añoranza los trazos diluidos del padre sobre su propio lienzo, los pinceles esparcidos por la mesa del salón, las acuarelas abiertas y su peculiar aroma, la mirada de concentración que su padre revelaba con cada pincelada, la fusión de pigmentos, el juego de luces, ante su mirada de asombro.
Ahora, cada trazo propio le hace alternar entre momentos específicos de esos años: los gestos, una sonrisa concreta, las heridas...y lo que es hoy. Lastimado y con la cabeza gacha, piensa que jamás podrá iniciar la obra de su vida, que jamás será pincel y agua y se conforma con mirar otras ventanas mientras su color se escapa.



En mis manos
las gotas que otro tiempo bebimos
En mis pies
la carretera que un día pisamos
Mi cuerpo de lluvia y arena
desciende hacia surcos ciegos
sobre la piel húmeda
de quien acaba de nacer.

martes, 16 de noviembre de 2010

La palabra adecuada perdida es como la piedra más hermosa que resbala de tus manos y vuelve al río. Sentado y triste, vuelves a introducir una vez más tu mano en el río con la esperanza de recuperarla pero, al extraer tu mano del agua con tu deseo agarrado por unos finos dedos, lo hallado no es lo esperado. En ese instante puedes hacer dos cosas:
resignarte por la piedra perdida en ese frío caudal que es tu mente o seguir introduciendo tu mano hasta volver a encontrarla.
Elige.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Una historia real

El sol se ha apagado en su pequeño reino. El ruido de tazas ha cesado. Fuera, la vida sigue con el otoño cubriendo de finas capas las aceras. Los coches pasan a gran velocidad por las estrechas calles, las familias bajan como cada día al bar a desayunar y los dependientes de las tiendas abren de nuevo las puertas y resoplan contando por un instante las horas que aún les quedan. Las persianas del barrio comienzan su lento ascenso y el candor de la noche se desliza raudo y tropieza con la brisa húmeda de la mañana. Nadie parece reparar en la vieja ventana del segundo piso del bloque tres. Hace días que permanece cerrada. Las cortinas echadas y el silencio golpeando los cristales.
A lo largo de diez días, nadie ha echado en falta a esa pareja de ancianos que cada tarde salía con pasos torpes a pasear por el parque. Él, encorvado por los años, sacaba las fuerzas de donde no las había y mantenía en pie a su dulce esposa, cuya flor se cerraba cada noche un poco más. Él, que cada mañana se acercaba a la cama y besaba el rostro de la mujer que le había acompañado 60 años, llenaba de vida el cuerpo débil de su amiga. La alimentaba, la bañaba y vestía. La peinaba y la hacía sentir aún joven. Le cantaba y contaba historias.El tiempo era la rutina de una supervivencia mutua y un único deseo, ganar un días más juntos. Sólo le bastaba ver la sonrisa en la cara de ella para recuperar el ánimo y continuar caminando.
Ahora él yace inmóvil en el suelo de la habitación. Su mirada perdida en dirección a la cama donde todavía duerme su esposa. Cuando despertó, el vacío se desplomó sobre ella. En el suelo, junto a la puerta, vio la mano tendida de él.
Ningún vecino había reparado en ellos, ninguno fue capaz de imaginar que dentro de esas paredes, media vida lloraba por la mitad que se había ido.

viernes, 29 de octubre de 2010

Añoro los días lluviosos:
El juego de luces que asoman tras lo espeso de las nubes
La particular fragancia de la tierra en esos días
El color del río urbano y su velocidad
Las gotas construyendo nuevas gotas en los charcos
La forma de hacer el amor de esas gotas
El aire juguetón que revolotea entre tu ensortijado pelo
El vuelo de hojas y pájaros
El contoneo de las mismas en su caída
El calor de un abrigo y
el frío que traspasa las murallas y
se alza ante ti victorioso
se adentra y golpea
añoro el estruendo en cada casa de puertas cerradas
cada inquilino hace su propia aportación
a la cacofonía general de la calle
Añoro una mirada furtiva al cielo y
el repiqueteo de agua en tu nariz.
Añoro añorar la llegada del sol.

jueves, 21 de octubre de 2010

Un ratito más

Se acababa de despertar algo mareada. Debían ser las diez de la mañana por los ruidos que entraban al galope por la ventana.
Incapaz de incorporar un sólo músculo había girado sobre su propio eje y, haciendo un ovillo con su cuerpo, se acurrucó de nuevo. Un ratito más se decía para sí misma, sólo un ratito más.
Hacía varias horas que debería estar en la facultad con sus leyes y sus relaciones, con algún que otro político y su cargo, pero la noche anterior había sido demasiado frenética como para pensar en eso en este momento.
Envuelta por completo en el calor de la cama, intentó repasar una a una las copas que habían caído entre sus ansiosas manos. Logró recordar hasta la quinta, a partir de ahí todo era un océano etílico recubierto por un espeso humo y un rastro de colillas.
La cabeza le iba a estallar. La sentía palpitar como varios huevos uniformados a punto de eclosionar. Los ruidos externos se entremezclaron con los retazos dispersos de las conversaciones de anoche.
Incapaz de volver a cerrar los ojos, se incorporó y se encaminó hacia el espejo que tenía sobre la mesilla. Sus ojos eran un oscuro cristal vidrioso. Sus mejillas habían dejado de ser blancas y se habían tornado amarillentas. Frente al espejo estiraba y relajaba su cara. A través de él, pudo ver en el suelo los estragos del frenesí nocturno. Su ropa, esparcida anárquicamente por la habitación. El bolso en lo alto del escritorio había dejado caer su cartera y el tabaco.
Se dio la vuelta y se encongió de hombros. Bah, más tarde lo recogería. Dubitativa, miró en dirección a la cama, pues tenía varias reuniones pendientes y varios proyectos que finalizar. Un ratito más volvió a pensar, sólo un ratito más, sus deberes podían esperar. Se recostó de nuevo sobre ella, tiró de la manta y cerró sus ojos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Siempre me miro en tus ojos
y si en mis ojos te miras
todo queda entre nosotros

Mario Benedetti

lunes, 27 de septiembre de 2010

Corleone de la línea 6

Portaba su sombrero con la gracia de un gánster de los años veinte.
Su pelo, ya sin brillo, le había demostrado que el tiempo no perdonaba a nadie.
Aquí todos le conocían,
aunque ninguno supiera su nombre.
Cada mañana volvía a coger el sombrero y el bastón que tanto miedo infundieron.
Se miraba al espejo, una leve mueca y se disponía, una vez más,
a despedirse de las calles empedradas de su ciudad.

martes, 21 de septiembre de 2010

la Desgana homenajeada

No tengo ganas de escribir
pero la letra avanza sola

escribió Benedetti en una ocasión
La letra: palabras y formas
que no reconozco como mías

fuera, los niños ríen
la sirena acaba de tocar
y el sol abrasa

No tengo ganas de escribir
pero mi pluma avanza sigilosa
desgarra este folio en blanco
extrae de un todo una parte

fuera continúa el ruido
el sol sigue en la cúspide
recordándonos lo que aún nos queda

No tengo ganas de escribir

pero el sol continúa afuera

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Washboard Lisa

Las manos sobre una guitarra
la habitación silenciosa
la lluvia en los cristales
la lluvia dentro
El pelo ensortijado de quien
compone para mí
Lo ingenuo de todo aquello
las palabras
El cariño necesitado
los besos y caricias
El recuerdo extinto
Una canción que canté para ti
mi canción
Mi canción enredada en tus dedos
sujeta a las cuerdas de tu guitarra
El abrazo en la despedida
la rigidez de tu cuerpo
Las horas, los días, el silencio
El frío, la nieve
Granada
Lo lejano que me parece ahora
Extraños

Parafraseándote, Davy Jones,
"Algunas canciones deberían llamarse recuerdo"

martes, 14 de septiembre de 2010

Las calles empedradas
reflejos del sol
las estelas de colores
de coches al pasar
las terrazas al aire libre
durante la brisa de primavera
las conversaciones que danzan de mesa en mesa
las persianas recién echadas
y la fragancia de quien todavía se halla tras ellas
La sirena de un colegio cercano
y la estampida posterior de los niños
forman parte de mí
como también lo forman
las pequeñas tiendas de ultramarinos
y sus dueños de gafas y bigotes
El olor a jazmín de las casas
encerradas entre altos edificios
Los autobuses atestados de piezas de tetris
Las mañanas en silencio y
el gorjeo del café a punto de salir
Las noches de baile y cerveza
su posterior resaca
El amanecer y
el sonido de los durmientes
Las flores en las plaza
que cada día son regadas
El jardinero que las riega
Los insectos que se posan
y esparcen la vida
La mujer anciana que sale
a ganarse la vida y vende periódicos
El payaso de las bellas artes
a las puertas de una facultad sin arte
La alameda, sus fuentes y sus árboles
Los perros y sus dueños
La música, el cine, la literatura
Los taxis, los atascos, las prisas
El policía y el ladrón
La prostituta y su cliente
El cielo sin nubes
las nubes sin cielo
El pájaro en su jaula
que anhela el vuelo
Los estudiantes cansados que
regresan de su viaje
Los estresados, los borrachos,
los lunáticos, los depresivos,
las amas de casa,
los culo de sofá, los inquietos,
los apasionados y los distantes
Todos y cada uno me han visto
crecer, madurar
forman parte de mí
de lo que soy ahora y
seré mañana.
Esta guitarra ya no tiene sus cuerdas
Esta guitarra maltrecha
de lluvia y granizo
volcada en la acera
enterrada entre escombros
escudriñada por moscas
de ciudades eternas
Esta guitarra sin su mástil
es una caja vacía
de boca sedienta
Guitarra sin manos
Guitarra sin voz

sábado, 28 de agosto de 2010



Como fuego son nuestros deseos
como fuego, nuestros encuentros
el fuego en nuestras manos marca
el roce, el estremecimiento
como fuego las pasiones
las sábanas son las llamas
la hoguera, la noche
en una espiral de respiraciones
sudor entre los labios
furia descargada
penetrable entre dos cuerpos
entrelazados
jadeantes
extenueados

viernes, 30 de julio de 2010

De nuevo en la carretera.
De nuevo 140 kilómetros y horas de espera.
Esta vez los libros cobraron vida y sus personajes ocuparon los asientos libres del autobús. A mi derecha Talbot discutía con la imagen de mi yo futura. Bayard, detrás, cauteloso, perseguido, mordía sus uñas.
Recorriendo el pasillo, enfurecida, una figura a la que no logré identificar.
Los cristales teñidos de verde, amarillo y marrón. El campo hundido en manchas.
Un eco repetía: sigue adelante hijo rebelde, habrá paz cuando lo hagas,descansa tu cabeza y no llores más.
El cielo y la carretera eran uno. Líneas mezcladas en una sola dirección.
A 140 kilómetros de mi adolescencia
a dos horas de viejas fotografías.

sábado, 10 de julio de 2010

Creer.
Ese es nuestro comienzo.

miércoles, 7 de julio de 2010

Zafra 7 de julio.
Hoy he regresado después de tres meses.
Envuelta en algo que pudiera ser una carpa de circo.
Cargada con poco más de 2 libros y 1 libreta.
Sol, nubes y un poco de aire caliente.
La mirada que dejé me ha perseguido durante todo el día.
Un abismo oscuro cobrizo. Silenciosa y desvelada.
Sol, nubes y un poco de aire caliente.
Ni las chicharras se atrevieron a salir.
Hoy he regresado aletargada en un charco de espejos.
Las 11 de la mañana y
2 horas de espera en andenes cubiertas en cenizas
Hoy he regresado con apenas 2 kilos
y 140 kilómetros a la espalda.

jueves, 17 de junio de 2010

Conflicto nuclear: Irán y Corea del
Norte en el punto de mira, Grecia a
punto de desvanecerse en el Mediterráneo
arrastrada por la bancarrota,
inocencia interrumpida por atentados
en Afganistán, muertes diarias
por inanición y enfermedades al otro
lado de Gibraltar, sangre y lágrimas
derramadas por toda Tailandia, el
mundo de vuelta y media, descendiendo
a gran velocidad y sin poder
frenar pero en España nada de esto
parece importar. La prensa española
abre sus portadas con la victoria del
Barcelona ante el Valladolid. La victoria
del BarÇa en la Liga entre neones.
Carteles luminosos inundan
las páginas. Poemas por Guardiola y
llantos por Pujol e Iniesta. Pan y
circo señores. No se preocupen.

viernes, 21 de mayo de 2010

Ruido.
Muchedumbre sobre agua.
Muchedumbre sobre agua y después suelo.
Entráis y salís sin dejar constancia,
sin empaparos de lo que significa estar vivo.
Camináis sin descubrir vuestros propios recursos,
sin aprovechar las oportunidades.
"Estáis muertos en vida" os dijeron y
os reísteis como sólo vosotros sabéis hacerlo.
Gaznidos.
Miráis sin atender, sois mirones desinteresados
cuya máxima aspiración estriba en no hacer nada.
No escucháis ni comprendéis.
Sois muertos en vida dentro de un gallinero.
Esperáis un empujón que nunca llegará si no es con esfuerzo:
sangre, sudor y lágrimas.
Enhorabuena a todos. A todos aquellos que vivís alegremente
con el sudor de otros y os jactáis de vuestro ausentismo.
Enhorabuena. Cada mañana os sonríe el sol.
Seguid gaznando, alimentaros de la ignorancia
y llevad siempre de la mano la indiferencia.
Caminad con la venda un día más y seguiros mutuamente.
Sé que una mañana el sol ya no estará ahí.

jueves, 6 de mayo de 2010

Un supositorio
Un supositorio dentro de una vagina
Fermentando larvas
Gusanos putrefactos devorando su propia carne
Un cajón con las ropas del ayer
Carcomidas
Una noche de linternas en el cielo
Garabatos

martes, 23 de marzo de 2010

"Adiós es una palabra triste, mejor decir hasta siempre"
Hasta siempre rey destronado. Por fin empiezas a levantar tu reino ladrillo a ladrillo, pero asegúrate de echar cemento esta vez.
Asegúrate, pintor, de cubrir tu obra para que ninguna lágrima pueda estropearla nunca más.
Asegúrate viejo luchador de no perder tus guantes en tu próxima batalla.
Asegúrate y cuida todo lo que vuelvas a levantar, que ningún huracán pueda llevárselo de nuevo. Elévalo, llévalo bien alto ahora que has recuperado tus alas y no olvides decir nunca las palabras que la última vez, por no ser pronunciadas, te lo arrebataron.
Estaré aquí siempre que cierres los ojos y tengas una pesadilla.
Tenderé mi mano siempre que la necesites. Siempre que tus fuerzas desfallezcan habrá alguien que te sujete.
Estaré aquí, a tres pasos de distancia,
NO LO OLVIDES.

lunes, 15 de marzo de 2010

Voy conduciendo por una carretera. Larga, muy larga, que serpentea. Me gusta ir en zip zag a veces por la vida.
Voy conduciendo por una carretera, en soledad. Está bien si vas en zip zag, para qué marear a los demás.
Veo el atardecer al fondo desde mi retrovisor. Se aleja rápidamente. Pronto vendrá la noche pero seguiré conduciendo.
La radio puesta, una emisora de rock. Los 70, 80 y 90 aguantarán al menos hasta que finalice mi viaje.
Una mano sobre el volante, la otra sujetando un cigarrillo y apoyada en la ventana.
Cuarenta grados fuera.
Conduzco sobre agua.
No hay árboles. Es un terreno desértico.
Cierro los ojos un segundo y me imagino sentada frente al portátil, escribiendo. Rock sureño de fondo. Cenicero repleto de colillas a la izquierda y café a la derecha.
El sol reflejado en la ventana entreabierta de enfrente.
Una pequeña brisa mueve las cortinas y los papeles apilados en el escritorio.
Abro los ojos.
Estoy conduciendo por una carretera.
Noche: luz y destellos
en la mirada
Hileras de telarañas
a través de la autopista
Noche. Tus latidos son el tic-tac de un reloj
Al despuntar el alba, noche,
tu corazón dormirá
a la espera de nuevos destellos.

viernes, 26 de febrero de 2010

A mi lado duerme él

A mi lado duerme un ángel silencioso sin sus alas.
A mi lado duerme un rey destronado.
Su reino consumido por el fuego.
A mi lado duerme un pintor sin su musa.
Su lienzo rasgado, desdibujado por las lágrimas que un día cayeron.
A mi lado duerme un hombre castigado.
Un viejo amante anhelante
un luchador sin sus guantes
que un día lo tuvo todo y sueña con recuperarlo.
A mi lado duerme la mirada de un pirata
de un pícaro desvergonzado
pero sobre todo la mirada de un niño.
A mi lado duerme la furia del océano
el cólera de una tormenta
la serenidad de un marinero.
A mi lado duerme Zeus sin su rayo,
Vulcano sin su fuego.
A mi lado duerme un vagabundo, un trotamundo
que lo ha visto todo
y no le es suficiente
A mi lado es lluvia que golpea los cristales y resbala
es ceniza, es polvo, es ave que vuelve a volar

martes, 9 de febrero de 2010

“Nuestra época, sin duda alguna, prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser...Para ella, lo único sagrado es la ilusión, mientras que lo profano es la verdad”

Feuerbach

domingo, 17 de enero de 2010

"Todo se aplaza indefinidamente para dentro de poco y siempre creemos que sigue habiendo un mañana en el que será posible detener lo que hoy y ayer pasa y transcurre y fluye"

Con estas palabras terminaba Javier Marías uno de sus cuentos.

¿Cuántas habrán sido las veces en las que, tumbados en la cama, hemos repasado uno a uno todas las ocasiones en los que decidimos esperar "un momento mejor", un momento más favorable a nuestras espectativas?

Deberíamos guiarnos alguna que otra vez por el impulso, la corazonada y momentáneamente aparcar a un lado, que no para siempre, el miedo al rechazo, el miedo a la decepción y al posterior dolor.

¿Cuánto nos habremos perdido por dejarlo pasar, por esperar demasiado?

Una palabra, un gesto a su debido tiempo, podrían haber cambiado el curso de todo y, sin embargo, jamás llegaremos a saberlo. Pobres humanos. Pobres desdichados que continuamos la falsa de nuestra propia longevidad.

Cómo me habría gustado poder explicar todo lo que quise explicarte. Contarte todas aquellas ideas que corrían veloces por mi desordenado cerebro.

Ahora es tarde. De nada sirve ya retroceder, no tiene sentido. No sería justo para tí y a veces pienso que tampoco lo sería para mí.

Qué estúpidos fuimos, somos y seremos, nos viene de serie incorporado.