sábado, 29 de noviembre de 2008

Una tarde de Septiembre


Una tarde de Septiembre
Cargado originalmente por skadi_banshee
Quizás no fuera septiembre, pudiera ser julio o agosto
Caminábamos tranquilas por las calles solitarias de la vieja Zafra, dispuestas a comernos el mundo aunque sólo fuera una ilusión.
Las calles empedradas por las que tantas veces andamos solas, pensativas y ausentes, olvidando dónde estábamos y todo lo que íbamos a dejar. Quizás no fuera nada importante: unos cuantos momentos de risas, quizás otros de llantos. Tantas tardes apoyadas en la barra de un bar, nuestro bar. Refugio infranqueable de soñadores, de idealistas de los que pocos quedan. Mirábamos un futuro que nos abría las puertas de par en par. Un caramelo, dulce y suave, delicioso placer que consumiríamos poco a poco, llegando incluso a empalagarnos. Descubriendo el interior, despojándolo de todo lo superfluo, llegando hasta donde muy pocos llegan, y aun más, venciendo al final, donde otros muchos habían caído.
A fin de cuentas somos luchadoras, grandes luchadoras.

viernes, 31 de octubre de 2008

Susana...(inacabada)

¡Susana!, ¡Susana! Alguien no paraba de gritar mi nombre, pero yo, hundida en la frondosa vegetación de mi jardín, no estaba dispuesta a despertar de mi ensoñación, de darle la espalda al viento que de frente venía, meciendo suavemente mi corto cabello. La brisa de la tarde me traía a la memoria una serie de imágenes de las que apenas tenía constancia. Era yo, de niña, sentada en el regazo de una mujer. Ésta me acariciaba suavemente la cabeza mientras tarareaba una cancioncilla pegadiza. Yo reía feliz, dejando entrever la ausencia de algunos de mis dientes. Estábamos sentadas en el porche de una pequeña casa de madera. Frente a nosotras se extendía el amplio trigal, meciéndose al compás del viento. La puerta de la casa estaba abierta y la cortina que cubría la entrada se hallaba en tenue vaivén. Del interior salía el aroma del café recién hecho y el estruendo de tazas y platos chocando. El sol llegaba a su ocaso diario y los pájaros, que durante la mañana largamente habían cantado, iban recogiendo sus alas y acurrucados en sus nidos cerraban sus tiernos ojillos.
El cielo se descubría ahora raso y limpio. Un tono anaranjado iba cubriendo todo cuanto a mi alrededor se hallaba. Del interior salía ahora la voz un tanto apagada del locutor de la única emisora del pueblo. Mientras tanto, yo seguía allí, acurrucada, en medio de la ensoñación, sintiendo esa delicada mano sobre mi mejilla.
Mientras más lo intentaba más borrosa se hacía mi memoria. No era capaz de recordar de quien eran esas dulces manos, ni esa melodiosa voz que me susurraba. Mi mente era como una foto antigua que con el paso del tiempo había perdido toda su nitidez, dejando trazos borrosos tras sí. No lograba recordar su rostro, tan sólo me quedaban esas cálidas manos y esa voz. ¡Oh!, cuánta paz transmitía esa voz y qué segura me sentía acurrucada en su regazo.
Volví a oír mi nombre, esta vez la voz se encontraba en frente de mí. Era mi amiga Charlotte, que vivía en la casa contigua a la mía. Parecía algo asustada, o al menos eso me pareció en cuanto abrí los ojos y la vi de pie, observándome fijamente, sin el más mínimo parpadeo.
[...]

martes, 21 de octubre de 2008

Todo él...

La encontré perdida. Llevaba varios días así, o quizás llevara así desde la primera vez, aquella vez en que dijo adiós a lo que más apreciaba. Se desmoronó su interior, un interior que hasta la fecha había estado iluminado por un gran foco, haciendo imposible la penumbra, el llanto.
Cambió el envoltorio por él, incluso interiormente dejó de ser lo que era, viento que viaja libre, sin ataduras, sin saber nunca por donde iba a salir. Así era ella.
En el espejo se ve ahora reflejada en pedazos, las grietas van permitiendo la fuga de su ser.
¿Qué quedó de ella? Nada, o casi nada. Rastrojos, desechos. La soledad la ha consumido. Sin ser capaz de apartar la vista de la estela, de la huella que él dejó y que la lastima cada segundo en el que no están juntos. Su recuerdo es su vida, su rostro, sus manos, todo él.

miércoles, 25 de junio de 2008

...

El horizonte se encuentra allí delante, ¿no lo ves? Lejos, pero no demasiado, a tu alcance. Corre, él te espera. No importa el tiempo que tardes, no importan los caminos que sigas. Él seguirá allí, esperando, aguantando cualquier adversidad, soportando cada cambio. Levanta, escucha tu nombre en el viento. Lo está susurrando, ¿no lo oyes? Cierra los ojos, concéntrate. ¿Lo escuchas ahora? Ya no susurra, grita. Su grito es descorazonador. Pide auxilio. Te llama, te suplica. Se consume poco a poco. Pronto quedarán despojos. Será imperceptible, como el viento, como una lágrima en mitad del océano, como mis caricias.
No soporto esa mirada tuya, ¿qué escondes ahí? ¿Qué te atormenta? ¿Cuál es la causa de tu desvelo? ¿Por qué tirita cada centímetro de tu piel? Incapaz de llegar a ti, incapaz de calmarte, de decirte palabras dulces que apaciguarán tus temores.
Levanta dulce ángel, vuela hacia ese horizonte que te abre las puertas. Libérate de las ataduras. Deja todo lo que te atormenta detrás, enterrado, en el fondo, lejos, donde nadie pueda encontrarlo y vuelva a lastimarte. Corre, allí delante volverás a soñar, ese es tu horizonte.

domingo, 22 de junio de 2008

...

Noche oscura y fría.
Almas que vagan sedientas de calor por angostas calles sombrías.
Personas borrosas se mezclan en un panorama desolador.
Caras sin rostro, cuerpos sin vida, pasos silenciosos, corazones huecos, mentes sin memoria, sin presente ni futuro.
Muñecos de trapo atormentados y errantes, sin techo en que cobijarse en gélidas noches como esta.
Energías agotadas, inexistente fuerza, tiempo consumido, palabras sordas, gritos reprimidos, ánimas condenadas a no descansar, sepulcros vacíos...
Calma no encontrada. Ansiada paz pasada.
Búsqueda del mundo perdido.