domingo, 24 de abril de 2011


Y sigo aprendiendo, poco a poco.

sábado, 23 de abril de 2011

Violín de tres cuerdas

De pie, frente a su público. Iluminada por el único foco, su foco. Inmersa en las notas que florecen de su desvencijado violín. Silencio, el arco cae hacia su muslo. Los ojos cerrados. Silencio, la sala espera ese nuevo punteo, el choque de crin y cuerdas. El pronunciamiento.

viernes, 22 de abril de 2011

ue! he vuelto a coger un lápiz!



Pues este monigote (caricatura...llámenlo como quieran) que os presento es mi recién recuperada labor artística sobre papel. No es gran cosa, lo sé, pero jamás había creado nada, simplemente me limitaba a copiar lo que veía de otros (que no calcar). Seguiré intentando domar las líneas para los próximos meses. Os mantendré informados.

P.d: gracias a cierta personita que me ha animado para así poder ilustrar mis relatos (algo para lo que todavía queda mucho que recorrer). Aquí podréis ver algunas cosillas suyas:
http://comoungorila.blogspot.com/

Allá a lo lejos

Ahora soy yo quien mira desde la cúspide, enterrada entre nubes y ocaso.
Ahora soy yo quien, al mirar hacia abajo, divisa el mundo en su estado más íntimo y piensa en cada uno de los que acaba de dejar, conocidos y desconocidos.
Ahora me veo de arriba a abajo, contemplando como otras veces los aviones que cruzan el cielo oscuro de las noches y los ve cercanos y lejanos.
Ahora observo el alma de Barcelona entre ligeras gotas de lluvia y parece tan insignificante:
Sus paseos,sus estatuas, los niños de la rambla y el raval, las sábanas deshechas de ese hostal...


21 de febrero 2011
Sobrevolando Barcelona

"El tiempo es olvido" aseguran muchos. Yo prefiero agarrar al tiempo, asumir lo ocurrido y conservar esas gotas de vino que tan buen sabor de boca nos dejaron.

martes, 19 de abril de 2011

Un lugar sobre patios

En los días de lluvia me gusta asomarme a la ventana de mi cocina, coger un vaso de leche, zumo o café y contemplar cómo esas minúsculas gotas chocan contra el suelo.
En esos días mi barrio parece dormido, sólo unos pocos son los valientes que deciden andar sobre suelo mojado.
Desde mi ventana me gusta contarlos. Me gusta contar, también, las finas hebras de agua que van formando ríos en las calles, lagunas en las aceras, mares en los jardines. Agradezco ese silencio compuesto por el repiqueteo de gotas. Cloc, cloc, cloc, de arriba a abajo. No se detienen, no descansan.
Desde mi ventana olvido lo que hay a mis espaldas y sólo contemplo lo que tengo delante. Los sonidos del nuevo día se hacen más perceptibles, casi tangibles. Creo poder agarrar el silbido de los pájaros y acariciarlo.
Detrás, todo está apagado. Las puertas están cerradas y detrás de cada una, un sueño, una sonrisa en sus caras, unos abrazos vacíos. Ropa revuelta y envuelta entre las sábanas. Cuerpos desnudos entrelazados, fundidos. Vigilia. Unos cuantos libros apilados. Miles de historias por concluir. Cigarros agotados pero cuya llama aún prende.
En el silencio del sueño, entre el primer aroma del día, las lágrimas se han secado y nada parece doler.