martes, 6 de enero de 2009

¿recuerdas?

Observo confusa este circo, aterrada. No hago más que mirar, busco, te busco entre la gente pero allí no estás. No veo tu mirada, esos ojos a los que tanto me cuesta mirar. No veo tampoco tu pelo rizado, suave, moviéndose al son de tus pasos. Tampoco veo tu sonrisa infantil, la misma que da paso a tu risa contagiosa. Tan inocente viniste, tímido habitante de mi oscuro mundo. Tan inocente te has ido, con paso rápido y silencioso. Me cuesta asumirlo, aunque lo supe desde el principio, ambos lo sabíamos. Decidimos no decírnoslo, vivir cada segundo de nuestra compañía. Dedicar todo ese tiempo a los placeres más primitivos de la humanidad, aparcando en todo momento la razón. Desbocados todos nuestros sentidos, sin conciencia del paso del tiempo y de lo poco que faltaba para la despedida.
Te recuerdo cada día que pasa. Las lágrimas resbalan por mis mejillas, pero no son lágrimas de tristeza, sino todo lo contrario. Jamás pensé coincidir contigo de nuevo. ¿Recuerdas?, nos encontramos
furtivamente una noche. Esa noche de verano donde nuestras miradas se cruzaron para volverse a ver meses después. Las mismas miradas huidizas acompañadas de palabras entrecortadas.
Sin saber qué decirnos, hablamos de todo caminando por las frías calles de esa ciudad que continuaría observándonos en todos nuestros encuentros. Esas frías calles que, al igual que ocurre con las ciudades marítimas, cambiaban de temperatura a nuestro paso y nos descubría toda su hermosura escondida.
Cómo añoro ese primer beso. Lo que empezó como un juego se descubrió como algo más. Fue todo tan rápido que no vimos el bache, ese mismo que nos ha hecho
tropezar y caer y del que no hemos podido levantarnos. Ninguno tuvo la culpa, tan sólo buscábamos algo imposible de encontrar. Por eso, dulce insomne, cuya musicalidad brilla por encima de todos, quiero pedirte algo, no dejes escapar la magia que me cautivó, consérvala siempre pues ahí dentro está tu refugio, tu reino, donde tú eres tu propio dueño.

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