martes, 16 de noviembre de 2010

La palabra adecuada perdida es como la piedra más hermosa que resbala de tus manos y vuelve al río. Sentado y triste, vuelves a introducir una vez más tu mano en el río con la esperanza de recuperarla pero, al extraer tu mano del agua con tu deseo agarrado por unos finos dedos, lo hallado no es lo esperado. En ese instante puedes hacer dos cosas:
resignarte por la piedra perdida en ese frío caudal que es tu mente o seguir introduciendo tu mano hasta volver a encontrarla.
Elige.

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